GRETEL LEDO en CNN en Español. Analiza el llamado al Diálogo de la Presidenta

domingo, 30 de marzo de 2008

Campo o Gobierno, ¿quién da el primer paso?





Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Lucas 18:14



Según la Real Academia Española, el vocablo arrogancia (del latín arrogantĭa) significa altanero, soberbio, airoso. ¿De qué clase de títulos y honores puede jactarse el gobernante sino el de ser un simple mandatario?

Bajarse primero del caballo, en ciertas ocasiones, no implica un acto de humillación sino de grandeza. Han pasado más de dos semanas. El tête à tête constante encuentra a dos actores enfrentados: campo y gobierno; no ya por el logro exitoso en la imposición de la visión propia sino mas bien por demostrar quién resiste más tiempo montado en el caballo de la elocuencia.

Con tres meses de haber asumido, el gobierno no quiere dar el brazo a torcer. Marchas y contramarchas; ausencia de policías, por temor a revivir la crisis de 2001 y violencia inusitada colocan en tela de juicio su credibilidad. ¿Se puede reprimir en forma solapada en vez de dialogar? ¿No es un acto de cobardía?

Muchas veces la clase política es la primera en ser juzgada por el simple hecho de ocupar el lugar especial de servidor público. Por ello el primer gesto de pleitesía debe nacer del gobernante hacia el gobernado. Solo así estaremos en presencia de instituciones ponderadas por encima de lo circunstancial. Es tiempo de proyectarse más allá de un simple mandato presidencial. Es hora de forjar una Nación a lo grande que no centre su atención en los hombres y sus beneficios sino en el país y sus grandezas.

Es cierto que con un estado de protesta como el del campo se hace difícil dialogar pero, ¿qué otra forma posible de expresión de descontento hubiese sido lo suficientemente eficaz como para llamar la atención del gobierno?

La clase gobernante creyó que el caudal electoral legitimaría cualquier tipo de medida. Lamentablemente el Príncipe erró en sus cálculos. Tiró demasiado de la piola haciendo caso omiso de sus consecuencias.

Los gobernados por su parte han sabido descubrir un poder que brillaba por su ausencia: el poder de la UNIDAD. Todas las federaciones agrarias se dieron cita bajo el grito unánime que dijo: “Basta de retenciones”.

El político florentino, Nicolás Maquiavelo (1469-1527) afirmaba la tesis bajo la cual el Príncipe no debía mostrar signos de debilidad. Así, el Estado sólo es libre y seguro si dispone de un ejército propio bien organizado sobre la base del reclutamiento del ciudadano. Un Príncipe no debe tener otro objeto, otro pensamiento, ni cultivar otro arte más que la guerra, el orden y la disciplina de los ejércitos. De esta manera se separa la política de la ética. Surge la política de una nueva moral: la del éxito y la eficacia en el mantenimiento del poder bajo una racionalidad de carácter estratégico encaminada a lograr con éxito la conservación del poder del Estado. La política como arte de conquista, mantenimiento y expansión del poder justifica el dominio y sometimiento del más débil por el más fuerte.

El gran problema que afronta hoy nuestro gobierno radica en concebir al campo como un enemigo y al diálogo como un fracaso propio. Aquí no se trata de intereses sectoriales sino de intereses nacionales. En el afán de acolchonar superávit fiscal se aplica un arancel confiscatorio perjudicando no ya a los ganaderos sino a la exportación en su conjunto.

Alzar una bandera contra la oligarquía encierra un grave error conceptual. Es preciso comprender que las condiciones económicas en términos internacionales son inmejorables para el mercado nacional agroexportador. En este punto es donde el campo también debe colaborar con los más desfavorecidos no a partir de su producción sino de su rentabilidad.

El dilema se presenta cuando nos retrotraemos en el tiempo. ¿Qué pasó antes del 44% de las retenciones? ¿Por qué no salió el campo en su momento? La pasividad del sector coadyuvó a generar el nivel de presión que hoy utiliza el gobierno. Ese gesto de inactividad puede ser leído como conformismo de las medidas económicas. Incluso como una denostación al sector: “ganan cada vez más, pueden pagar más”. El freno debió ponerse a tiempo. Así se hubiesen evitado los signos de violencia que estereotipan y encasillan sujetos. El campo en alguna medida permitió llegar a este punto del conflicto. Bajo el lema: “quien calla otorga” se colaboró casi en forma activa a este nivel de las retenciones.

Quienes pasan a la historia no son los arrogantes sino los más humildes. El claro ejemplo ya lo hemos visto con el General José de San Martín. Luego del encuentro en Guayaquil (1822) San Martín renuncia a todos sus cargos dejándole el camino libre a Bolívar para luchar por la Independencia. Quizás él mismo veía a Bolívar como un hombre demasiado apegado al poder. No querría empañar el fin de su batalla por un simple título. En el enfrentamiento con los realistas la propuesta sanmartiniana de unidad para derrotar al enemigo no fue bien vista por Simón Bolívar quien se niega a dar la cooperación necesaria. La victoria final exigía un solo líder. Dos ya sería un monstruo. Quien dejó su huella en la historia de forma especial fue justamente aquél que dio un paso al costado a la hora de los laureles. Ponderó por encima de todo, la emancipación de América dejando en manos de Bolívar el honor de completar la obra. Denostando la propia gloria logró demostrar que el renunciamiento muchas veces da frutos que rebelan una generosa grandeza.

Humillarse implica morir al yo interior, a aquella aspiración de vanagloria personal que impera en lo más profundo de la condición humana. El corazón sumiso no vela por la concreción de su propósito individual sino que tiene la capacidad de observar alrededor; más allá de lo urgente vela por lo necesario. Incluye una visión integral de las circunstancias, no unidimensional. En ese todo están los intereses comunes abarcativos de los particulares.

Es la oportunidad en que ambos bandos se sujeten, se humillen, dejen de ser fuerzas de choque destructivas. Sólo desapareciendo cada uno se logrará una masa armónica con una única expectativa: enrolarse en el interés nacional. Es decir, se trata de volcar los gravámenes que se acopien del interior en obras de infraestructura nacionales. Un país democrático no se divide en bandos: gobierno o campo. Es el gobierno del pueblo y para el pueblo en su conjunto. En esta “batalla” ganará quien primero se humille. Solo así se alcanzará la gloria…


Gretel Ledo

Abogada en Derecho Administrativo
Politóloga en Estado, Administración y Políticas Públicas


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Nueva Generación Moral
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domingo, 23 de marzo de 2008

Campo y Gobierno: Miserias compartidas





Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.
Proverbios 4:23



Muchas son las miserias que pueden acongojar al hombre pero una es la más difícil de sanar: “la espiritual”.

Nuestro país recorre rumbos encontrados. Senderos que se bifurcan en un mismo espacio de tiempo bajo un mismo escenario. Tiempos divergentes y paralelos en infinitas series dentro de una red creciente y vertiginosa. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan o se ignoran abarca todos los mundos posibles. En este laberinto los senderos convergen en la imagen de la distorsión no del espacio sino del tiempo. El punto de desencuentro temporal habla de la ausencia de koinonia, acuerdo, unidad. Resultado: tiempos presentes sin futuro.

Hoy por hoy así se presenta el panorama nacional de confrontación permanente entre el campo y el gobierno. La balanza económica internacional posiciona al sector agroexportador en una tarima sin antecedentes históricos cercanos. Sin embargo, falta estrategia. Los enfrentamientos constantes entre actores dan cuenta de la pérdida de horizontes.

Por un lado el gobierno aplica retenciones en pos de la equidad en la redistribución de las riquezas; con ello busca la disminución de precios en el mercado interno. En tanto el campo, en jaque por la medida, no produce como antes por el cierre estrepitoso de las exportaciones.

Durante el gobierno de Rivadavia se sanciona la Ley de Enfiteusis a través de la cual, en cierta forma, se premia a quien trabaja la tierra entregándole su uso -a perpetuidad o bien a largo plazo- a cambio del pago de un canon.

Un 18 de Mayo de 1828 el Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata acuerda y decreta: “Art. 1 - Las tierras de propiedad pública cuya enajenación (…) es prohibida en todo el territorio del Estado se darán en enfiteusis durante el término, cuando menos, de veinte años (…). Art. 2- (…) pasará al Tesoro público la renta o canon (…). Art. 3 - El valor de las tierras será graduado en términos equitativos por un juri de cinco propietarios de los más inmediatos (…), o de tres en caso de no haberlos en aquel número”.

La enfiteusis ni era arrendamiento ni era propiedad. Era un sistema intermedio entre el simple arrendamiento que nosotros conocemos y la propiedad absoluta. Así, durante toda su vida, el campesino trabajaba la tierra pero no podía venderla, pues no era suya. La renta debía fijarse cada diez años sobre el valor calculado de la tierra que el enfiteuta ocupaba al momento de la valuación.

Hoy la realidad es otra. El país crece a costa del campo y no gracias al campo. Pareciese que se pena a quien trabaja la tierra y no a quien la mantiene como un recurso ocioso e improductivo. ¿Será que la necedad dirigencial impide que se dejen de lado las desavenencias sectoriales a la hora de cerrar acuerdos? Enclavarse en determinada postura en ciertas ocasiones implica radicalizar ideologías lo cual puede ser peligroso. Se torna engorroso todo avance hacia el diálogo y el acuerdo.

Es hora de mirarnos al espejo bajo un mismo espíritu autoreflexivo. ¿Hasta dónde llega mi ideario? ¿Alcanza horizontes personales o incluye anhelos colectivos? Sin duda gobernantes y productores se encuentran arrojando agua hacia su propio molino.

La tierra no es un recurso fijo del cual podamos afanarnos en términos de titularidad. Aquí no se trata de propietarios sino de meros poseedores. Quién sino Dios es el titular de dominio y qué somos nosotros sino meros administradores de sus bienes. Y, en tanto tales, debemos rendir cuentas a la hora de saldar deudas. El gobierno como mediador y árbitro propenderá al balance perfecto entre abastecimiento interno y comercialización externa en tanto los agropecuarios no velarán tan sólo por la renta sectorial.

El punto nuevamente está en la no radicalización de cosmovisiones. Como se expresa en Eclesiastés “todo tiene su tiempo debajo del sol”. Hoy es el del campo; ayer fue el de los servicios. El gobierno se ufana de los superávit gemelos, fiscal y externo, y a cambio como medida demagógica aplica fuertes retenciones. A su vez, los precios internacionales favorables colocan la mirada del campo exclusivamente hacia la exportación produciendo de esta manera el aumento de los precios en el mercado interno y, en el peor de los casos el desabastecimiento. Aquí es donde los tiempos paralelos, el del gobierno y el del campo no convergen. Viven realidades únicas sin si quiera replantearse un encuentro.

Los presentes individuales rompen con la lógica del futuro colectivo. La ausencia de unicidad en el ideario de modelo de país sin duda coloca al progreso en un permanente estado de indefensión absoluta. Inseguridad para el campo a la hora de enfrentar nuevas inversiones e incerteza en el consumidor frente al desabastecimiento. Todo ello trae como corolario una inconsistencia en la agenda gubernamental y con ello en las políticas estatales.

Este laberinto de senderos temporales a los ojos individuales pero atemporales para la Nación en su conjunto habla de un patético estado de miseria espiritual. Una miseria que corroe al país hasta los tuétanos. Un valle de huesos secos sin el espíritu de vida que llena los vacíos de una Nación. Es preciso reedificar las murallas derribadas bajo el estandarte del diálogo y el acuerdo. Para ello habrá que ceder ciertos intereses individuales para alcanzar otros de tipo colectivos.

Agropecuarios, ¿por qué afanarse de la renta que ofrece la tierra? ¿No es la tierra de todos? Gobierno, ¿por qué castigar a un sector si aporta tanto? ¿No tributa suficientes divisas?

Si no somos capaces de tener una mirada más amplia entonces la acción colectiva está siendo por entero producto y consecuencia de un sistema social anómico y enfermo que ha conseguido concretar sus fines: la suma de las individualidades se cierran para sí dejando paso a una sumatoria totalizante llamada extrañación. Se construye al otro como a un extraño.

Dejemos de lado las miserias humanas. Levantemos murallas de amor fraternal. Nuestro prójimo es nuestro próximo y el otro es la extensión de mi yo. Detengamos un instante el reloj para mirarnos frente a frente. Descubriremos que los senderos se bifurcan pero finalmente se encuentran en metas comunes que responden al cambio de nuestro corazón.



Gretel Ledo
Abogada en Derecho Administrativo
Politóloga en Estado, Administración y Políticas Públicas
Nueva Generación Moral
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domingo, 16 de marzo de 2008

Festival con el Dr. Luis Palau


He leído muchas críticas acerca de la utilización de la 9 de Julio para la realización del Festival con el Dr. Luis Palau. Lamento que haya tan pequeña conciencia en los argentinos y tanta desinformación de los medios.

La cultura cortó la 9 de Julio varias veces (Julio Bocca, Festival de Tango, Luciano Pavarotti, etc.). Fue un orgullo que la cortara.Los actos multitudinarios de Alfonsín y Luder en el regreso a la Democracia, gracias a Dios, también la cortaron.

Muchos que reclamaron por los derechos humanos, la verdad, la inseguridad, etc. hicieron, una vez más gracias a Dios, sus manifestaciones. Aquí y en el mundo: Martin Luther King por la igualdad de derechos, España luego del "tejerazo".

Esta semana, más allá de Palau, se transmitió un mensaje donde se resaltaron los valores y principios judeo-cristianos, incluídos en la Biblia, que son los que hicieron progresar a la humanidad. Se habló de lo espiritual, de la importancia de la familia como célula de la sociedad, de la paz, de la lucha contra las adicciones, de un proyecto de vida para nuestros jóvenes a través de las canciones, las danzas y por supuesto Palau. Muchos jóvenes, que tienen dificultades de hablar con sus padres, de acercarse a un psicólogo, de consultar al cura o pastor de la "iglesia formal", se quebraron solicitando ayuda: "mi vida está destrozada".."quiero cambiar".." no puedo dejar la droga"..."embaracé a mi novia".."me hicieron un aborto"..."tengo sida"..."nunca había pensado en Dios, pero me doy cuenta que lo necesito"..."no tengo para darle de comer a mis hijos"..."mi padre me violó...". Algunas cosas las escuché, otras me las contaron y otras me la imagino...

No hubiesen ido a la iglesia formal, al cura o pastor o rabino, pero recibieron ayuda en la 9 de Julio...

El tránsito se reanudó (??). Mañana seguirá el "caos vehicular normal". Por la vida de un joven, de uno solo: yo corto la 9 de Julio de nuevo.

Dr. Hugo Turrini

domingo, 9 de marzo de 2008

Prisiones Espirituales




Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Juan 8:31-32


Según estudios especializados en criminología, el índice de reincidencia asciende a un 40%. Esta cifra da cuenta del fracaso del sistema penal. Hoy día la inseguridad es materia pendiente para la agenda gubernamental. ¿Existirán soluciones? ¿Habrá que modificar las estrategias?

Desde la doctrina se plantean distintas Teorías de la Pena. Aquellas que postulan la necesidad de un sistema penitenciario capaz de revertir “malas conductas” y aquellas del tipo ejemplificativas entre otras. En este último caso, el encierro es visto como un dispositivo social aleccionador hacia afuera más que hacia el reo. Lo cierto es que el delincuente no sale con el Código Penal en mano a la hora del atraco considerando la gravedad de la pena potencial.

La Constitución Nacional en su Art. 18 expresa: “Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…”. Es de público conocimiento que hoy día son universidades del delito sumado a la estigmatización social que provoca el certificado de antecedentes penales al momento de emprender una búsqueda laboral sin duda coloca en tela de juicio la eficacia del sistema penal.

Potenciar “malos hábitos” habla de la falla no ya de la clase dirigencial sino también de la sociedad misma. ¿Hasta dónde es plausible el panoptismo benthamiano en la cárcel?

Esa internalización del súper yo que imprime el sistema representado en temor constante, en la actuación como si siempre se estuviera vigilado no ha logrado con éxito trastocar ni corregir conductas humanas.

El sujeto ingresa al penal porque es preciso separarlo de la sociedad. Rompió los parámetros de convivencia tradicionales pero sale peor que como entró. ¿Qué ganó la sociedad? Sacarse la lacra social por un tiempo. Cuando pretende reinsertarse es tarde. Está marcado. Sumado a la falta de capacitación no encuentra otra salida que volver a sus andanzas. Esta vez con un mayor resentimiento y perfeccionado en los mecanismos delictuales. Tuvo suficiente tiempo para planearlo. Entonces surge el interrogante: ¿es el encierro la solución?

Aquí es donde debemos hacer un alto en pos de analizar esta figura. Alarmas, sistemas de monitoreo, countries con seguridad privada, rejas al frente de las propiedades dan cuenta de un replanteo sociológico. ¿Quién está verdaderamente encerrado?, ¿el preso o el común ciudadano?

Existen otro tipo de prisiones. Aquéllas que los ojos naturales parecen no ver. Se trata de los muros interiores. Cada sujeto lleva a cuestas su propia prisión. Cárceles espirituales que toman diferentes denominaciones: violencia, rencor, depresión, amargura, soledad, egotismo, falta de perdón. Esa mochila que se lleva a diario cobra la atención del individuo recién cuando se exterioriza en el mundo que le rodea.

Se es rehén de la debilidad de la carne cuando se pierde el dominio propio. Cuando Jesús dice que la verdad nos hace completamente libres se refiere despojarse de todo vendaje espiritual que impida ver aquello que trasciende el mundo secular.

El hombre condena la carne. Dios el espíritu. El hombre castiga la conducta del reo. Dios perdona sus pecados en la medida que se arrepienta con un corazón sincero de su mala conducta. El problema es el espíritu que mora en cada uno. Así, por más muros que se levanten para “resocializar al delincuente” no se solucionará el quid de fondo. Se flagela a la carne y no se transforma al espíritu.

Quienes transitan por la calle ¿son verdaderamente libres? Todo aquél que da su espalda a Dios lleva a cuestas una condena de turno. La hipocresía de una sociedad que pide más cárceles para su seguridad no considera el genuino estado enfermizo de la población libre. Una sociedad prisionizada lejos está de lograr con éxito la reinserción de quien delinque.

Asistimos tiempos en que la sociedad carnal juzga en la carne. El peso de la condena que recae en el delincuente es mínimo respecto al que recibe la sociedad una vez que aquél sale. Los altísimos porcentajes de reincidencia operan entre los 18 y 19 años de edad. ¿Qué futuro le espera a nuestro país si los jóvenes han perdido el horizonte?

Es necesario tratar con el espíritu, no con la carne. En este sistema existen quienes viven del delito y los otros; o sea quienes delinquen y aquellos que no tendrían razón de existir si no fuera por la industria del delito. El delito como gran mercado persa coadyuva a la confluencia de distintos mercaderes en busca de la mercancía apetecible. Unos venden justicia y seguridad, otros ofensas y delitos. En definitiva, se trata de una maquinaria donde el mismo servicio penitenciario funciona como pantalla de semejante obra teatral. Bajo el lema reparador del orden social violado y la peligrosa amenaza que representa el delincuente, el sistema enarbola su única bandera: contención y reinserción social. Sin duda el círculo vicioso de producción de delito se regenera en mecanismos tradicionales de encierro que estigmatizan sujetos no ya moldeando nuevas personas sino repotenciando nuevos delincuentes. Un sistema enfermizo no puede paliar enfermos. El aparato represivo trata lo que se exterioriza, la cáscara; pero no opera corazones, la esencia.

Con violencia no se combate la violencia. Un ejemplo alentador que bajó las cifras de reincidencia al 5% es la Unidad 25 bonaerense “Cristo la Única Esperanza-Lisandro Olmos” bajo un régimen semiabierto. Los presos con su propio trabajo mantienen en condiciones el edificio. El régimen de autodisciplina impulsado por líderes y pastores hace que se conviva con un índice de conflictividad cero. A pesar de las murallas y la presencia de guardia, las celdas no necesitan ser cerradas con candado. Los internos no están divididos por el delito que cometieron.

Cuando el individuo comprenda que vive en una sociedad estamentada, abarrotada de normas creadas por él mismo, esclavizado, asfixiado ante una muralla imposible de derribar por más poder que crea tener, entonces se habrá sincerado aceptando la existencia de su estado prisionizante de mendicidad espiritual. Las vendas de sus ojos habrán caído y la verdad lo habrá hecho libre. La sociedad cambia cuando quienes conviven en ella mudan su corazón.



Gretel Ledo

Abogada en Derecho Administrativo
Politóloga en Estado, Administracióny Políticas Públicas

Las restricciones del Ingreso irrestricto a las universidades


José Guillermo Godoy aborda el debate del ingreso irrestricto en las universidades argentinas, con especial hincapié en el tema de la Facultad de Derecho de la UNT, que puede servir de caso paradigmático.

(c) Tucumán Noticias 8/3/2008-00:00 hs. Según Marcos Aguinis, desde hace décadas, los argentinos transformamos en tabú el tema del ingreso irrestricto. No se puede ni siquiera analizar. Quienes apenas insinúan alguna variación, reciben el automático anatema de reaccionarios. Por mi parte, so pena de esta obsecación, que habita como un dogma en el macrocosmo político universitario, me animaré a razonarlo desde una perspectiva abierta y crítica.
En el altercado estudiantil argentino, ingreso "irrestricto", brinda disímiles ataderos conceptuales, según sea la "afinidad electiva" que se perciba. Para algunos, ingreso "irrestricto/mayor número de alumnos", se vincula con ideas como de "democratización/igualdad". Para otros, el mismo concepto está relacionado con "baja calidad/despreocupación". En este último caso, "examen de ingreso/calidad/excelencia" parecen constituirse como conceptos que se atraen.
La forma más eficiente de mejorar la aptitud del debate, sobre este tema, es "desanudar" esas supuestas afinidades electivas de dichos conceptos. Como veremos, ni el ingreso irrestricto mejora la igualdad de las posibilidades de inserción de los ingresantes a las Universidades; ni los exámenes de ingreso se enlaza, necesariamente, con el mejoramiento de la calidad o excelencia académica. Numerosas instituciones universitarias tienen limitado su ingreso y no por ello su calidad resulta tan evidente.
Hubo un momento, en que el ingreso irrestricto sirvió para romper el monopolio de una limitada franja social, con censuras en las cátedras, bolillas negras en los concursos e impúdicas discriminaciones étnicas y clasistas, tanto para los estudiantes como para los docentes. "El ingreso irrestricto fue un antídoto contra la ponzoña de los cavernarios" (Aguinis). De manera, que se mantuvo la noción generalizada, de que ingreso irrestricto es sinónimo de justicia. Así de claro, como de discutible.
Sin embargo, habría que plantearse varias cuestiones: en alguna parte de la Universidad , ¿es exitoso el ingreso irrestricto? Vale tomar como ejemplo a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán, la más grande del norte argentino, que cuenta en su haber con 17.000 inscritos y un ingreso de 6.000 alumnos anuales. El ingreso irrestricto, ¿mejoró la calidad academia en esa facultad? Como alumno de esa casa de estudio, debo decir que, lamentablemente, no. El ingreso irrestricto, ¿bajó el nivel de deserción? Definitivamente no. De 6.000 alumnos ingresantes, sólo la mitad pasa a segundo año.

Cuestiones con la calidad académica y la deserción.

Para una postura, masividad es inversamente proporcional a calidad académica. Lo cual, en gran parte es cierto. Ningún establecimiento, está en condiciones de brindar excelencia cuando se atirroba. Está comprobado que para dar buenas clases, el número de alumnos por curso no puede superar los 25 ó 30 cursantes.
¿Por qué? Porque, como sostienen destacados maestros de la pedagogía, dar clases no consiste en que un profesor sea parte ante cientos de alumnos y hable durante una hora y media o dos. Eso no es dar clases. Eso es dar conferencias, donde la participación del público es mínima. Una clase bien dada, consiste en que el profesor plantee temas a los alumnos, que los estimule a su razonamiento y contribución. Un buen profesor dicta clases que van más allá de lo que necesariamente tienen que leer los alumnos como lecturas obligatorias.
Sin embargo, es peligroso, que éste sea el único argumento a favor del examen de ingreso, pues implicaría, considerar al examen como un elemento exclusivo de eliminación, para que unos pocos estudien mucho y bien. Los cursos de nivelación y exámenes de ingreso tienen otros objetivos.
Al problema de la masividad, los sectores llamados progresistas, responde con la propuesta de un mayor presupuesto universitario. Hay que elevar la oferta, y tornarla acorde a las exigencias sociales. Es decir, más presupuesto para más aulas y profesores. Sin embargo, es una lástima que este tema no sea tan sencillo. Equivocan el enfoque. Presupuesto universitario, que es inversión y gasto (pues toda inversión, en un primer momento, implica un gasto), tiene que estar destinada a incentivar las condiciones de preparación del alumnado y de los sectores docente, y a mejorar la calidad y situación de estudio de aquellos que tiene ganas de estudiar y que efectivamente estudian, o de aquellos que tienen ambiciones de estudiar, y por cuestiones económicas, no lo pueden hacer. El dinero no debe estar sentenciado a engrosar la caja de la burocracia universitaria, y de la militancia rentada. Además, por más alto que sea el presupuesto, el examen de ingreso siempre será necesario, pues este último tiene otros objetivos, como veremos más adelante. En fin, los sectores llamados "conservadores" resuelven el problema de la masividad con exámenes de ingreso y cupo. Los sectores llamados "progresistas", con mayor presupuesto. Ambos equivocan el enfoque.
El estudio llamado P.I.S.A (Programme for Internacional Student Assessment), realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es uno de los más importante en cuanto a escala y profundidad. Sus resultados, muestran que en la Argentina el 69% de los jóvenes de 15 años no puede comprender textos extensos o relacionar cortos con distintos temas. Tales resultados, corroboran las quejas de varias universidades e institutos terciarios, acerca del bajo nivel de los alumnos que quieren ingresar en ellos. Aquí reside, creo yo, el quid de la cuestión. En la Facultad de derecho de la UNT , las agrupaciones mayoritarias se oponen a la introducción de un exámen de ingreso o cursillo de nivelación, por que consideran que este ya está dado en el mismo primer año de la carrera, en donde los ingresantes cursan materias de estricto carácter propedéutico.
Paradójicamente, las agrupaciones que basan sus campañas en el ingreso irrestricto, son los propulsores de la barrera más perniciosa para el alumnado. De cada 6.000 ingresantes en la Facultad de Derecho, menos de la mitad pasa a segundo año. Y esto se debe, principalmente, a que los estudiantes, con nivel académico bajo, dado por el apresto secundario, se topan con materias de contenidos universitarios. Evidentemente, es problema de la escuela media. Pero, ¿que debemos hacer desde los estratos universitarios? En fin, darles a los estudiantes una herramienta, para que con ella, acerquen su nivel al universitario, y de ese modo estén más preparados para el cursado.
Las materias de primer año de la Facultad de Derecho, así sean de carácter propedéutico, tienen estricto contenido universitario. Vale decir, son parte de la misma carrera. Jamás podrían funcionar como exámenes de ingreso o cursos de nivelación, por que un auténtico curso de nivelación, debe contener un nivel intermedio. Ni secundario, ni de grado. Que un examen de ingreso (así llaman las agrupaciones mayoritarias a primer año), tenga contenido universitario, es una crueldad académica, traducido en la práctica como la restricción más grande al alumnado.
Sin embargo, incongruentemente, éstas cofradías, que supuestamente están en contra del examen de ingreso y del cursillo de nivelación, por considerarlas medidas restrictivas que sólo sirven como un burdo obstáculo para el publico universitario, apoyan esta mesura. Esto demuestra que sus propuestas se basan más en la demagogia que en la razón.

Conclusión

En nuestro país, el ingreso universitario, es un campo de análisis poco estudiado, que sólo funciona como generador de grandes debates en los medios de comunicación. Por su parte, el ingreso irrestricto, tiene como principio fundamental, brindar la igualdad de oportunidades en el acceso a la universidad a todos los egresados del nivel medio. Pero, al no tener políticas compensatorias de las diferencias de base, hay un gran porcentaje de alumnos que desertan del sistema. El aumento de la matrícula como consecuencia del ingreso irrestricto, no significa una mayor cantidad, y mucho menos calidad, de graduados. Como queda claro, el fin del examen de ingreso, no es reducir la masividad, por más que sea, en algunos casos, una consecuencia indirecta de su implantación, sino principalmente crear las herramientas, para acercar la escuela media a los ámbitos universitarios y de esa manera aumentar la calidad de estudio y bajar la deserción. Es precisamente una medida en contra de las propias restricciones del alumno, signada por su pobre condición académica, provocada por su paso por la escuela media. Desde luego, deberíamos hacer exámenes trasparentes y quitarles el odioso habito del eufemismo. En fin, el examen de ingreso, es una medida a favor del alumno, no en contra de éste.

José Guillermo Godoy
Presidente CEIN-TUCUMAN
San Miguel de Tucumán
http://www.joseguillermogodoy.wordpress.com/
joseguillermogodoy@yahoo.com.ar

sábado, 1 de marzo de 2008


DIRIGIR SIRVIENDO

Simplemente porque cada una tiene un don, un talento, un actor dentro de sí que es preciso “despertarlo” del encanto de un sueño que a veces es la propia vida.

Eso no tiene valor. Si cada uno comprende que para poder dirigir, hay que primeramente poder servir, la dirigencia política de nuestro país sería otra.

En este camino estamos y dichosos quienes lo transitamos hoy, y no lo dejamos para otros...


Comentario desde Lima, Perú

Es cada vez menos frecuente -y diría extraño- encontrar en nuestros tiempos organizaciones lideradas por jóvenes que tengan como premisa fundamental y abierta practicar los principios morales y éticos al incidir en la política y transformar la realidad. Y que esto se refleje en los artículos es menos frecuente aún.

Acciones como esa necesita más la Argentina, en particular, y América Latina en general.

Mis mejores deseos para que esta iniciativa vea fructificar sus nobles esfuerzos.

Con aprecio,

Lic. Beltrán Gómez Híjar

Lima, Perú

Comentario desde Barcelona, España

Agradezco mucho vuestra invitación. ¿De dónde es el grupo? ´¿Cuáles son exactamente sus objetivos? Realmente hace falta a la sociedad actual, enseñarle lo que verdaderamente es ética, moral, cordura y sentido común.
Estoy muy interesado en vuestro proyecto. Yo soy político también, y rector de la Comunidad Ecúménica de San Jorge en Sant Boi de Llobregat, Barcelona. España. Mi nombre es Jordi d'Alemany.
Recibid todo mi apoyo y contad conmigo para lo que haga falta.
Jordi
5-09-08

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Rta. desde NGM:

Bendiciones. Ha sido grata su conexión. La historia nos muestra que siempre fue necesario adiestrarnos moralmente para realizar algo nuevo. Hemos elegido este tiempo de la historia para determinar que sin moral no hay Nación.
A pesar de ser un concepto genérico y por ocasiones abstracto, nace en la necesidad de hacer saber al hombre que sin ética nunca jamás podrá construir nada.