GRETEL LEDO en CNN en Español. Analiza el llamado al Diálogo de la Presidenta

domingo, 19 de julio de 2009

A la Guarida del Lobo

Por Gretel Ledo (*)


En el campo de batalla propio, cualquier contrincante resulta disminuido. Es como jugar un partido de fútbol de local en vez de visitante.

El contexto histórico en que el filósofo político florentino, Nicolás Maquiavelo (1469-1527) escribe “El Príncipe” desenmascara la naturaleza política del ejercicio del poder. La desunión de Florencia, Milán, Nápoles, Venecia y el Papado explica la atomización política italiana del siglo XVI. El resultado era la inexistencia de un Estado fuerte que estuviera al mando de un solo gobernante.

El hablar de un único gobernante obliga al desplazamiento de todo atisbo de liderazgos emergentes. Implica no permitir el florecimiento de nuevas cabezas capaces de disputar la lealtad de un pueblo. Pondría en peligro el poderío del Príncipe, la arrogancia en sus decisiones y la legitimidad de sus actos. Sin duda permitir nuevas figuras desnudaría signos de debilidad, inicio de una caída estrepitosa.

El Príncipe maquiavélico sólo es libre y seguro si dispone de un ejército propio bien organizado sobre la base del reclutamiento del ciudadano. No debe tener otro objeto, otro pensamiento, ni cultivar otro arte más que la guerra, el orden y la disciplina de los ejércitos. El éxito y la eficacia en el mantenimiento del gobierno se enmarcan en una racionalidad estratégica encaminada a lograr con éxito la conservación del poder del Estado. Este tipo de política como arte de conquista, conservación y expansión del poder justifica el dominio y sometimiento del más débil por el más fuerte.

Un Príncipe, a la hora de gobernar tiene que ingeniárselas para debilitar a quienes detentan de mucho poder ya que pueden ocasionar problemas en su gobierno. En este sentido, la combinación paradigmática entre zorro y león, astucia calculadora y fuerza bruta, constituyen dos caras de una misma moneda. Una moneda que también se autodenomina coerción y consenso. Una moneda llamada hegemonía que en el fondo esconde el temor del Príncipe a perderlo todo.

Al Príncipe maquiavélico se le presentan varios caminos: -desarmar a sus súbditos para conservar al Estado sin riesgos; -mantener las divisiones existentes; -alimentar una oposición contra sí mismo (a los fines de permanecer en la agenda mediática); -ganar a quienes le resulten “sospechosos”.

Paradójicamente, las sucesivas reuniones mantenidas entre el oficialismo y los distintos sectores políticos, sociales y económicos de nuestro país han despuntado el profundo temor a perder la gobernabilidad. Los resultados electorales del 28 de Junio pasado han demostrado la profunda erosión en la popularidad y con ello en la legitimidad de los actos de gobierno. Ahora la estrategia es distinta. Por fin, el vocablo “diálogo” pareciera que cobra cuerpo. Claras son las artimañas empleadas para alcanzar con éxito el objetivo buscado: colocar bajo sus alas a las distintas fuerzas políticas y, en el peor de los casos, crear fisuras en aquellas estructuras que aún observan con rechazo el confite presidencial.

Lo que se cuestiona aquí es el modo en que se encara el “diálogo”. Se busca arribar a consensos en el campo donde el Ejecutivo se mueve como pez en el agua: la Rosada.

Entre las virtudes del Príncipe se destaca el ser desconfiado y tener un buen ojo al momento de elegir a sus amistades. Creer inocentemente en un “diálogo” sin fronteras ni condicionamientos resultaría ingenuo. Implicaría subestimar al Príncipe. No cerrarse a los debates es la clave. Esta vez teñida de una contradicción en sí misma: la tropa debe reclutarse en campo ajeno. El Príncipe conoce bien su campo de acción. No cede espacios. No dialoga en el lugar donde se parla por excelencia: el Parlamento. Lo hace donde se ejecuta: la Casa Rosada.

No basta conseguir el poder sino permanecer en él. Conservarlo y consolidarlo son el secreto de la permanencia en el tiempo.

Entre una de sus acepciones, la Real Academia Española define al “encuentro” como: “el acto de coincidir en un punto, dos o más cosas”. En tanto el vocablo “diálogo” (del latín dialŏgus) es definido como “la plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.” Observamos que el “encuentro” es más comprometedor que un simple “diálogo” ya que avanza un paso más allá, al punto de arribar a una coincidencia y no sólo a conversar en torno a ella.

Un Encuentro genuino opera en un ámbito donde ninguna de las partes es anfitriona del lugar. Hablamos de una imparcialidad total, absoluta y sin reservas. Al no darse estas condiciones, la actual invitación al Diálogo, ¿representará la guarida del lobo?

Buenos Aires, 19 de Julio de 2009.
(*) Abogada, Politóloga, Analista Política
http://www.ledogretel.blogspot.com/

1 comentario:

Damian dijo...

Gretel:
Leí la nota. Muy buena. Te felicito. Saludos.
Damian A. Toschi
Lic. Comunicación Social (UNLP)


DIRIGIR SIRVIENDO

Simplemente porque cada una tiene un don, un talento, un actor dentro de sí que es preciso “despertarlo” del encanto de un sueño que a veces es la propia vida.

Eso no tiene valor. Si cada uno comprende que para poder dirigir, hay que primeramente poder servir, la dirigencia política de nuestro país sería otra.

En este camino estamos y dichosos quienes lo transitamos hoy, y no lo dejamos para otros...


Comentario desde Lima, Perú

Es cada vez menos frecuente -y diría extraño- encontrar en nuestros tiempos organizaciones lideradas por jóvenes que tengan como premisa fundamental y abierta practicar los principios morales y éticos al incidir en la política y transformar la realidad. Y que esto se refleje en los artículos es menos frecuente aún.

Acciones como esa necesita más la Argentina, en particular, y América Latina en general.

Mis mejores deseos para que esta iniciativa vea fructificar sus nobles esfuerzos.

Con aprecio,

Lic. Beltrán Gómez Híjar

Lima, Perú

Comentario desde Barcelona, España

Agradezco mucho vuestra invitación. ¿De dónde es el grupo? ´¿Cuáles son exactamente sus objetivos? Realmente hace falta a la sociedad actual, enseñarle lo que verdaderamente es ética, moral, cordura y sentido común.
Estoy muy interesado en vuestro proyecto. Yo soy político también, y rector de la Comunidad Ecúménica de San Jorge en Sant Boi de Llobregat, Barcelona. España. Mi nombre es Jordi d'Alemany.
Recibid todo mi apoyo y contad conmigo para lo que haga falta.
Jordi
5-09-08

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Rta. desde NGM:

Bendiciones. Ha sido grata su conexión. La historia nos muestra que siempre fue necesario adiestrarnos moralmente para realizar algo nuevo. Hemos elegido este tiempo de la historia para determinar que sin moral no hay Nación.
A pesar de ser un concepto genérico y por ocasiones abstracto, nace en la necesidad de hacer saber al hombre que sin ética nunca jamás podrá construir nada.