GRETEL LEDO en CNN en Español. Analiza el llamado al Diálogo de la Presidenta

lunes, 28 de abril de 2008

Unir o Enfrentar








Por Alberto Asseff*

Definitivamente cautivado por esa máxima que aconseja "más vale una mala avenencia que un buen pleito", quiero reflexionar sobre la creciente crispación de los ánimos argentinos. Sobre la Argentina metida en una olla a presión. Sobre el oficialismo dominado por las fobias.

En general, tiene más cartel el confrontador que el componedor, el pasional que el reflexivo, el discurso encendido que el racional. Una palabra vehemente que suscita frenesí y ardor se cotiza más que el análisis sereno. Así son las cosas de la vida y en algunos casos más vale dejarlas como están y son.

Empero, una tribuna no puede transmutarse al afamado y otrora esplendoroso Salón Blanco de la Casa Rosada. Ámbito propio de la majestad republicana de la Argentina que no puede devenir en sala de conciertos rockeros ni de arengas demagógicas. Es una falta de raciocinio y sensatez. No es mera majadería. Son llamaradas de enconos.

Están acaeciendo hechos muy peligrosos en la actualidad. Se trae al pasado como si fuera un asunto de hoy al mediodía. Así, se agita el enfrentamiento gravísimo de 1955 como si nada hubiera transcurrido en más de medio siglo. Con el retorno del general Perón en 1973, la actitud llamada gorila quedó afortunadamente inhumada. Prosiguió existiendo una buena parte del país que rechazaba algunos procedimientos y posturas de Perón, pero nadie planteaba su disidencia en términos de ellos o nosotros. Los dieciocho años que pasaron del 55 al 73 sirvieron para ubicar al diálogo y la aceptación de los otros en reemplazo de la exclusión y hasta del exterminio del contrario. Este mayúsculo logro está siendo revertido por el ofuscado mensaje que emana del poder actual. Es una acechanza para la mayoría argentina que tiene una menuda, pero grandiosa aspiración: que se asegure la pacificación de los espíritus como precondición para encarar los problemas y darles soluciones.

El debate es magro. Muy chirle. Apenas es un torneo de acusaciones estériles. Que este es setentista, que el otro noventista, que aquel neoliberal, que el de acá estatista. Mientras, la pobreza estructural está allí, crucial, angustiante, dolorosísima, anclada. Atrapa al 30% de los argentinos. Nadie la mueve, aunque los recursos son más caudalosos que el gran Paraná y no obstante que los precios de los alimentos que producimos están por las nubes y el mundo los paga casi sin chistar. Por eso, enfrentarnos es un lujo que no deberíamos darnos.

No se admite la diferencia. Si alguien se atreve a decir algo que pueda hacer mella en la férrea alineación oficial enseguida un coro tacha al cuestionador como fascista. Se abusa tanto del término que habría que peticionar a la Academia que le dé una nueva acepción: "palabra que se usa para descalificar al adversario y transformarlo en enemigo". En rigor, quieren intimidar, amedrentar y acallar. El adversario deviene en enemigo. No se puede construir un país si estamos llenos de enemigos. No se puede gobernar a los ladridos. Uno, quizás podría ser necesario, pero como procedimiento cotidiano es intolerable.

Estamos macroeconómicamente creciendo, aunque educativamente nos seguimos desocializando y degradando. No es alentador que la economía aumente al 8% y paralelamente cada día haya más violencia escolar y callejera. Lo material es decisivo, pero no existe palabra para significar la importancia de la convivencia social.

Los enfrentamientos llevan de la mano a las falacias más formidables. Una es ese falso dilema de enfriar la economía o seguir creciendo. La realidad es para continuar por la senda de incrementar nuestros macroíndices es inevitable mantener el equilibrio de la economía. La inflación es un misil letal para esa estabilidad básica. Además, sin inversiones ni un milagro permitiría seguir expandiéndonos.
Los incendios de pastizales que afectaron a 20 millones de habitantes, incluidos los hermanos orientales, son una lamentable muestra de cómo se distorsionan las cosas de la Argentina. Más allá de si hay irresponsables propietarios o si, como denunció el Defensor del Pueblo nacional, la quema se produjo en tierras fiscales de Entre Ríos, lo cierto es que ni la Secretaría de Medio Ambiente -ni la de de Agricultura- tienen un monitoreo satelital de nuestros campos para que, con alertas tempranas, se pueda combatir un foco ígneo en su génesis. Acá surge la gran pregunta que se formulan cada día más compatriotas: ¿en qué se gastan los cuantiosos recursos? La respuesta es repugnante: en acomodar amigos, como ha sucedido con la funcionaria cordobesa que se halla al frente del organismo destinado a velar por la ecología.

La fogosidad discursiva y la confrontación constante enferman la mente de los argentinos. La están infestando. La saturan de rencor y de encono en vez de lo que manda el manual, esto es acondicionarla para dialogar, convivir, compartir, producir, impulsar del mismo carro y en la unidirección de interés común. Es nocivo el resentimiento social que se azuza. Desatan la lucha de clases y las pujas ideológicas.

No sé si todos los contemporáneos tienen en claro cómo fue el desempeño de Stalin, pero por instantes pareciera que hoy padecemos en la Argentina una especie así, un Stalin sureño que confía en el aparato y no en la libre voluntad de los ciudadanos. Y que "resuelve" una suba de precios prohibiendo exportar y mandando a su centurión en jefe al mercado para apretar y amenazar. Esto no se hace ni en Mongolia.

En medio de esta irritante conflictividad y disociativismo militante que practican en las cumbres -como si todavía estuvieran en la lucha universitaria de hace cuarenta años- algo parece benéfico: el campo, además de las retenciones confiscatorias, está cuestionando el destino de esos tributos. Plantea que quiere que sus impuestos queden en sus comarcas bajo la forma de agua corriente, cloacas, gas en red, caminos, oportunidades para que la gente se arraigue y no migre. Es el embrión del primer gran debate en medio del desierto de ideas, el del reflorecer del federalismo. ¡Enhorabuena!

Quizás una clave radique en que la pugna no puede enderezarse hacia la destrucción del otro, sino a hacer algo mejor que él. Sin ignorar que, aunque desde posiciones diferentes, también tiene en sus alforjas algunas verdades y puede contribuir. Es una actitud que no es innata, sino resultado de una cultura. El gobierno actual adhiere a la cultura anacrónica de vida o muerte. La cultura que necesitamos es más moderada, con cable a tierra: nosotros podemos hacerlo mejor que ellos, ustedes elijan. Parece que esto es más democrático.

En vez de llenarse la boca parlamentando de democracia es tiempo de hablar menos y sobre todo más prudentemente y de hacer mucho más y, ante todo, mejor. Y, además, no olvidar jamás que no hay democracia sin diálogo de dos que se escuchan. Tendríamos que comenzar a conjugar e serio ese breve, pero trascendental verbo, oír.


*Presidente de UNIR
Unión para la Integración y el Resurgimiento
pncunir@yahoo.com.ar

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DIRIGIR SIRVIENDO

Simplemente porque cada una tiene un don, un talento, un actor dentro de sí que es preciso “despertarlo” del encanto de un sueño que a veces es la propia vida.

Eso no tiene valor. Si cada uno comprende que para poder dirigir, hay que primeramente poder servir, la dirigencia política de nuestro país sería otra.

En este camino estamos y dichosos quienes lo transitamos hoy, y no lo dejamos para otros...


Comentario desde Lima, Perú

Es cada vez menos frecuente -y diría extraño- encontrar en nuestros tiempos organizaciones lideradas por jóvenes que tengan como premisa fundamental y abierta practicar los principios morales y éticos al incidir en la política y transformar la realidad. Y que esto se refleje en los artículos es menos frecuente aún.

Acciones como esa necesita más la Argentina, en particular, y América Latina en general.

Mis mejores deseos para que esta iniciativa vea fructificar sus nobles esfuerzos.

Con aprecio,

Lic. Beltrán Gómez Híjar

Lima, Perú

Comentario desde Barcelona, España

Agradezco mucho vuestra invitación. ¿De dónde es el grupo? ´¿Cuáles son exactamente sus objetivos? Realmente hace falta a la sociedad actual, enseñarle lo que verdaderamente es ética, moral, cordura y sentido común.
Estoy muy interesado en vuestro proyecto. Yo soy político también, y rector de la Comunidad Ecúménica de San Jorge en Sant Boi de Llobregat, Barcelona. España. Mi nombre es Jordi d'Alemany.
Recibid todo mi apoyo y contad conmigo para lo que haga falta.
Jordi
5-09-08

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Rta. desde NGM:

Bendiciones. Ha sido grata su conexión. La historia nos muestra que siempre fue necesario adiestrarnos moralmente para realizar algo nuevo. Hemos elegido este tiempo de la historia para determinar que sin moral no hay Nación.
A pesar de ser un concepto genérico y por ocasiones abstracto, nace en la necesidad de hacer saber al hombre que sin ética nunca jamás podrá construir nada.