GRETEL LEDO en CNN en Español. Analiza el llamado al Diálogo de la Presidenta

viernes, 19 de junio de 2009

¿Valdrá la pena cuerearlas…?



Por Eduardo Juan Salleras (*)


ESOS FELICES QUE ANDAN DE CAMPAÑA


La noche estaba muy fría.
Sin embargo no fue impedimento para agasajar a mi amigo, con un cordero, de carnes magras, propio de la zona.
La leña, de madera dura, comenzó a crujir temprano. Y a medida que el sol se retiraba, el chispear de las llamas, fue reemplazando su luz.
Todos junto al fogón; de aperitivo: mate amargo; y se largaron enseguida con los cuentos, las mentiras y las risas.
¡Cómo somos los argentinos! Cada uno escondía detrás de las bromas la angustia de su presente.
Y salieron al ruedo, cerca de la 8, los primeros cortes cocidos.
¡A comer!
La mayoría, porciones de carne al pan. Mordían la punta y con el cuchillo meneándose entre los dedos y los labios, cortaban lo suficiente para masticar y tragar. El asado así tiene un sabor especial, lo reconozco, pero lo prefiero al plato.
Se fueron llenando los comensales.
Solamente brasas sostenían algo de claridad. Mientras los rostros enrojecidos fueron callándose de a poco, entre la plenitud del estómago y el vino, fundamental para la digestión, se transformaron sus semblantes.
Cada uno volvió a su pozo.
¡Cuánta amargura se dibujaba en sus caras!
Algunos, bronca, otros, agobio… tristeza.
En esa zona de Mendoza, Gral. Alvear, San Rafael…como en gran parte del país, entre la sequía y las conductas del gobierno (a las que no se pueden llamar: políticas), se ha destruido todo vestigio de producción.
El que no ve morir sus vacas de inanición, las debe regalar y urgente, a 40 centavos el kilogramo. De $120.- a $200.- una vaca entera. Pero la mayoría mueren, y para el bicentenario: ¡Grandes Festejos!; nos encontrará importando carne, trigo y tal vez, algún lácteo.
Allí, el que se dedica a la huerta o a la fruticultura, también perdió todo en manos del granizo y los antojos burocráticos.
Los felices que andan de campaña electoral, no tienen ni idea, ni se lo imaginan por más esfuerzo que pongan, lo que significa estar en esta situación.
Producir en la Argentina, un país riquísimo en recursos naturales, se ha transformado en algo parecido a intentar juntar agua con un colador. Se anda a los manotazos y ni una gota cae en el recipiente.
Sí se ocupó el sistema, que a aquellos que les sonrían, que no pueden ser muchos, les vaya bien. Es escandaloso.
Suelo hablar bastante con la gente, cuando viajo, en los comercios. Incluso mi actividad literaria me une con distintos puntos del país. Hay quienes me llaman para comentarme algo. Les puedo asegurar que el nivel de desocupación hoy es considerable y delicado.
En algunos llega al grado de la desesperación.
Mientras intentemos tapar el sol con la mano, escondiendo en índices viciados la dolorosa realidad, seguiremos siendo partícipes de la mentira y nunca resolveremos los problemas importantes.
Es que algunos creen en eso de: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Se olvidan que tantos los videntes como los ciegos mueren también de infartos.
Pero los felices siguen de campaña.
En mi provincia, Santa Fe, se pone en juego el nivel de oportunismo, porque quien más, quién menos, coqueteó con el gobierno central (unitario). Únicamente la especulación electoral los aparta, urgente y necesario, del “invotable”.
Llama la atención, como se horrorizaron alguno de estos, con la resolución 125, presionada por la negativa del pueblo en mayoría, votando en contra. Esos mismos no se escandalizaron al aprobar los superpoderes, aberrante agravio a nuestra Carta Magna. Aunque tampoco se espantó la sociedad de semejante vejación de la Constitución Nacional.
¿A dónde estamos mirando entonces? ¿A dónde debemos mirar? Por lo menos si no queremos que nos pase lo que siempre nos pasa, terminando al fin, secándonos las lágrimas de la pobreza, con un pañuelo de seda.
Han pasado 80 años perdidos en la historia, en la experiencia y en las vidas de cada generación, que se tragaron las horripilantes propuestas políticas: autócratas a cara descubierta o disfrazados de populismo, sirviéndose de las instituciones, especialmente de la democracia, para poner de rodillas y con vergüenza a toda una sociedad.
Porque con el más mínimo pudor deberíamos sentirnos abochornados ante el mundo, ya que nosotros sí, no tenemos excusa alguna para estar como estamos y como estuvimos siempre.
Parece ser que, lo que nosotros creemos que son nuestras virtudes, son en realidad nuestras carencias. Porque generar riqueza, que no es lo mismo que ser rico, aunque lo sea, no significa otra cosa que distribuir la misma, desde el esfuerzo individual hacia la comunidad que participa, directa o indirectamente del proceso productivo.
Esto esta perseguido por el Estado, en cambio aquellos que engordan de su mano parcial e injusta, son los virtuosos del sistema.
Fue y es la Argentina de unos pocos. De grupos oligárquicos (oligarquía: el gobierno de una minoría por poder) - palabra mal utilizada, a propósito o por ignorancia – que no necesariamente influyeron sino que fueron gobierno.
En cambio, aquellos ganaderos, horticultores o fruti cultores de Mendoza, han sido despojados de sus costumbres, de su tradición, que es el trabajo rural. Se les mueren las vacas en sus manos o las deben regalar por un puñado de centavos. Los cultores de hortalizas y frutas, deben recoger lo que les queda para hacerse una sopa o una mermelada, hasta que alcance.
Eso también es cultura, no únicamente las propuestas urbanas, de las que los “culturosos” pretenden vivir, aún de la mano del Estado. Es como si agarráramos a patadas las ocurrencias pictóricas de una exposición.
Es la cultura de la producción, cuya obra maestra es un hermoso ternero, una exuberante planta de lechuga o un rechoncho durazno jugoso.
El último desparramó las brasas con la suela de sus botas; tomó la pava ennegrecida por el humo y con el agua recaliente aún, la volcó sobre las cenizas. Tomó el único carbón incandescente que se resistía y encendió un cigarrillo.
Se quedó un rato más saboreando el pucho, lleno de nostalgias por aquellos tiempos, de su padre, de su abuelo. Melancólico analizaba: “valdrá la pena seguir cuereando las vacas…”
Muy lejos, tan lejos de la realidad, alegres siguen de campaña.


14/06/09


(*) Licenciado en Administración Agraria, ex docente y Director de la Escuela Agrotécnica de Aarón Castellanos, ex presidente de la Comuna de Aarón Castellanos

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DIRIGIR SIRVIENDO

Simplemente porque cada una tiene un don, un talento, un actor dentro de sí que es preciso “despertarlo” del encanto de un sueño que a veces es la propia vida.

Eso no tiene valor. Si cada uno comprende que para poder dirigir, hay que primeramente poder servir, la dirigencia política de nuestro país sería otra.

En este camino estamos y dichosos quienes lo transitamos hoy, y no lo dejamos para otros...


Comentario desde Lima, Perú

Es cada vez menos frecuente -y diría extraño- encontrar en nuestros tiempos organizaciones lideradas por jóvenes que tengan como premisa fundamental y abierta practicar los principios morales y éticos al incidir en la política y transformar la realidad. Y que esto se refleje en los artículos es menos frecuente aún.

Acciones como esa necesita más la Argentina, en particular, y América Latina en general.

Mis mejores deseos para que esta iniciativa vea fructificar sus nobles esfuerzos.

Con aprecio,

Lic. Beltrán Gómez Híjar

Lima, Perú

Comentario desde Barcelona, España

Agradezco mucho vuestra invitación. ¿De dónde es el grupo? ´¿Cuáles son exactamente sus objetivos? Realmente hace falta a la sociedad actual, enseñarle lo que verdaderamente es ética, moral, cordura y sentido común.
Estoy muy interesado en vuestro proyecto. Yo soy político también, y rector de la Comunidad Ecúménica de San Jorge en Sant Boi de Llobregat, Barcelona. España. Mi nombre es Jordi d'Alemany.
Recibid todo mi apoyo y contad conmigo para lo que haga falta.
Jordi
5-09-08

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Rta. desde NGM:

Bendiciones. Ha sido grata su conexión. La historia nos muestra que siempre fue necesario adiestrarnos moralmente para realizar algo nuevo. Hemos elegido este tiempo de la historia para determinar que sin moral no hay Nación.
A pesar de ser un concepto genérico y por ocasiones abstracto, nace en la necesidad de hacer saber al hombre que sin ética nunca jamás podrá construir nada.